En la historia de la humanidad, sistemáticamente contada por los hombres, abundan los caballeros ilustres. Muy de tarde en tarde florece alguna dama para, quedamente, hacerles sombra a esos caballeros.
No es fácil ser mujer y presidir un gobierno. Cristina Fernández de Kirchner debe consentir que un batallón de mediocres le critique y cuestione hasta su modo de mirar, pero resiste los embates.
Al confirmar su candidatura comenzaron a oírse las voces crispadas, rabiosas, las rústicas palabras del odio y del rencor. (fragmento)
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